El vino blanco es una de las bebidas más elegidas en el mundo gracias a su versatilidad, frescura y amplia gama de sabores que lo hacen ideal tanto para disfrutarse solo como en maridajes con pescados, mariscos y carnes blancas. Sarah May Grunwald, sommelier certificada, compartió recientemente cuáles son las siete opciones que recomienda y que, según ella, son ideales para diversas ocasiones y ambientes.
Grunwald, quien comenzó su carrera en la industria vinícola en 2008, destacó su inclinación por productos elaborados con técnicas sustentables y con un fuerte enfoque en la calidad del cultivo y la producción. “Siento que estamos atravesando un renacimiento de las cepas en este momento. Hay tantas opciones disponibles”, afirmó en su artículo publicado en Business Insider.
1. Assyrtiko
El Assyrtiko es una de las opciones preferidas de Grunwald, en la cual destacó su origen en la isla griega de Santorini. Esta uva ganó popularidad internacional y hoy se cultiva también en regiones como California y Sudáfrica.
“Esta elección tiene un alto nivel de acidez y un perfil fresco con notas cítricas, minerales y un toque de guayaba”, explicó la experta. Gracias a su estructura, es un vino que combina perfectamente con tablas de quesos y fiambres, lo que lo convierte en una opción ideal para reuniones o celebraciones.
2. Vinos blancos de Armenia
Aunque Armenia es más conocida por su producción de brandy, los vinos blancos de esta región se posicionan en el mercado gracias a su calidad y sabor único. La experta destacó que este país asiático es una de las regiones vinícolas más antiguas del mundo, con una rica historia que se remonta a miles de años.
“Las alternativas armenias son excelentes acompañantes de cocinas aromáticas, como la tailandesa y vietnamita”, explicó Grunwald. Su reciente viaje a este país le permitió descubrir la diversidad y riqueza de estos productos, que los convierte en una de sus elecciones actuales.
3. Vinos ámbares
Las variedades de ámbar, también llamados vinos naranjas, se elaboran con uvas blancas, pero adquieren su particular color y textura debido al contacto prolongado con las pieles de las uvas durante la fermentación.
“Este estilo se originó en Georgia, pero actualmente se produce en diversas regiones vinícolas del mundo. Su sabor único, taninos ligeros y aromas complejos los convierten en una experiencia especial”, detalló la experta. Para ella, encontrar esta opción en una carta es señal de que el sommelier o encargado sabe lo que hace.
4. Chenin Blanc
Para Sarah May Grunwald, la Chenin Blanc es la mejor uva de vino blanco del mundo debido a su versatilidad. Esta, originaria del valle del Loira en Francia, también tiene una fuerte presencia en Sudáfrica.
“La Chenin Blanc puede producir opciones secas, espumosas y dulces. Sus sabores incluyen manzana, pera, miel y caqui”, comentó la sommelier. Por sus características, recomienda esta cepa para maridar con queso de cabra, sardinas o pastas con salsas ligeras.
5. Garganega
La Garganega es una cepa italiana que produce estos famosos jugos fermentados blancos con un perfil fresco y lleno de matices. “Es una opción perfecta para quienes buscan una alternativa al Pinot Grigio”, explicó Grunwald.
En su juventud, la Garganega presenta aromas frutales como melón y cítricos, pero a medida que envejece, desarrolla notas más complejas como cáscara de naranja y almendras. Es ideal para acompañar mariscos o platos condimentados con hierbas frescas.
6. Mezclas de Malvasía y Trebbiano
Al vivir en las afueras de Roma, Grunwald apuesta por los vinos blancos elaborados a partir de Malvasía y Trebbiano. Estas uvas son típicas de la región del Lacio y producen variedades aromáticas con una marcada acidez.
“Estos son perfectos para la cocina romana, que suele ser más pesada y salada, como la carbonara”, explicó. Su perfil equilibrado entre cítricos, flores blancas y frutas tropicales los convierte en una excelente opción para platos fuertes.
7. Chardonnay
El Chardonnay es uno de los vinos blancos más conocidos. Para Grunwald es uno que siempre debe estar en la lista. “A pesar de que hay quienes lo evitan, creo que es una uva con una versatilidad impresionante”, comentó.
Esta opción puede variar mucho según su región de origen y el estilo de producción. Puede ofrecer desde notas frescas de limón y frutas tropicales hasta toques más complejos de nueces, flor de jazmín y manzanas verdes. Es una variedad que puede disfrutarse sola o para acompañar quesos blandos, hierbas frescas y platos vegetarianos.
El vino blanco se elabora a partir del mosto de uvas blancas y su proceso puede variar desde meses hasta décadas, según la complejidad buscada. El producto se clasifica de acuerdo a su nivel de azúcar:
La lista de Sarah May Grunwald ofrece opciones de vinos para todos los paladares, desde variedades frescas y ligeras hasta alternativas más complejas y estructuradas, siempre con un enfoque en calidad, sustentabilidad y versatilidad.