“Ya no tengo fe en Colapinto”, me mensajea un amigo-colega, minutos antes de la largada del GP de Hungría. Algo de esa sensación de desilusión se apropió de buena parte de los argentinos que se habían entusiasmado con el piloto de Pilar en 2024, cuando corría para la escudería Williams. Pero este año, en Alpine, la cosa va de mal en peor. Colapinto no sale de los últimos puestos, carrera tras carrera.
Las pruebas del sábado en el circuito de Hungría, sin embargo, habilitaban cierta expectativa. Pero la esperanza duró poco. Muy poco. Ya en la largada misma, el argentino, en cuestión de segundos, pasó -o mejor dicho, retrocedió- del puesto 14 al 18. En un suspiro, perdió cuatro posiciones. Algo así como recibir un gol al minuto de juego.
Al pasar una decena de vueltas, Colapinto se recuperó bastante -ayudado por varios pilotos que entraron a boxes- y alcanzó el puesto 14. Pero volvieron los problemas: hizo una parada en boxes y su equipo tardó siete segundos en cambiar los neumáticos. Una referencia para entender la pachorra del equipo Alpine: Leclerc cambió gomas en menos de dos segundos.
Nuevo mensaje de mi amigo: “Hay que reconocer también que son malísimos en boxes, un desastre”. Le contesto: “En la gomería de la esquina de casa, son más rápidos para cambiar una goma que los de Alpine”.
En su segunda entrada en boxes, el equipo Alpine volvió a demorar una eternidad. Y Colapinto quedó último. Y así terminó su carrera en Hungría. En parte, lo salvó el abandono del británico Oliver Bearman y la penalización de su compañero de equipo, el francés Gasly, que le permitió quedarse con el puesto 18. Al menos para las estadísticas, no figurará como furgón de cola en el GP de Hungría 2025.
Sin alzar mucho la voz, Colapinto les apuntó a los gomeros de su escudería: “Tardamos mucho en las paradas”. Pobre Colapinto: en Alpine le dieron una furgoneta para correr y encima en los boxes cambian gomas con tiempos papales.