El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, ofició este lunes una misa a en la Catedral Metropolitana luego de que se conociera oficialmente la muerte del papa Francisco.
La ceremonia religiosa en el mismo templo católico donde Jorge Bergoglio vivió antes de ser ungido Papa y desde donde ejerció gran parte de su actividad pastoral como sacerdote, es la primera reacción formal de la Iglesia católica tras la muerte del sumo pontífice.
La última misa de Bergoglio en la Catedral Metropolitana tuvo lugar el 23 de febrero ante un pequeño grupo de sacerdotes. Tres días después abordó un vuelo de Alitalia con la promesa de que volvería una semana después a Buenos Aires, cosa que nunca ocurrió. La Congregación de cardenales lo eligió como el sucesor de Benedicto XVI, quien había renunciado a su ministerio.
Seguí la misa en vivo:
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«Se nos fue el papa de los pobres, de los marginados» se lamentó García Cuerva y destacó que «el mejor homenaje que podemos hacerle es unirnos, dialogar, dejar de enfrentarnos todo el tiempo».
«Se nos fue el Papa de los pobres, de los marginados, de los que nadie quiere, de los que muchos excluyen. Ayer, su última audiencia fue con el vicepresidente de Estados Unidos (James David Vance) y él compartió su enorme preocupación por los migrantes. Un hombre que fue coherente desde el primero al último día. El padre de todos. El padre de la misericordia que nos enseñó que Dios nos ama con locura y entrega la vida por nosotros», siguió el arzobispo de Buenos Aires.
Y destacó: «El Papa decía que si Dios fue tan misericordioso con nosotros, nosotros no podemos dejar de serlo con los demás. Nos insistió con la cultura del encuentro, con tender puentes. El Papa fue nuestro padre. El padre de todos. El padre de los pobres. El padre de la misericordia. El padre de la alegría. Nos decía que los cristianos no podíamos tener cara de vinagre, no podíamos ser quejosos y apesadumbrados».
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«Justamente se nos va en la octava de Pascua, el día que los cristianos celebramos la resurrección del Señor. Qué contradictorio parece estar hoy nuestro corazón. Por un lado, celebramos la Pascua y queremos vivir la alegría pascual porque la muerte ha sido vencida para siempre con la resurrección del Señor. Pero al mismo tiempo, el dolor del corazón es grande porque se fue nuestro padre. El Padre nuestro. El padre de los argentinos, al que no siempre comprendimos pero profundamente amamos», siguió García Cuerva.
Y planteó: «Me animo a decir que ahora todos nosotros tenemos que ser un poco Francisco. Tenemos que tomar conciencia de que la Iglesia debe ser un lugar para todos, no discriminar ni dejar a nadie afuera. Todos tenemos que ser un poco Francisco y estar atentos a nuestros hermanos más pobres, a los marginados, a los que nadie quiere».
«El mejor homenaje que podemos hacer es unirnos, tender puentes, dialogar, dejar de enfrentarnos todo el tiempo, porque si es el padre, qué mayor dolor que ver a sus hijos divididos. Que se vaya Francisco al cielo con la tranquilidad de que sus hijos van a tratar de vivir esa unidad nacional tan pendiente entre nosotros», concluyó.
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