No es un secreto médico el hecho de que la baja concentración de vitamina D en sangre puede generar variados problemas de salud, especialmente entre las personas de la tercera edad, grupo etario que es el que tiene, por ejemplo, las mayores probabilidades de sufrir osteoporosis y eventuales fracturas de huesos.
Lo que sí es complejo para la medicina actual es establecer cuántas personas están afectadas por la falta de esta vitamina. Por ejemplo, según un documento publicado en 2023 por expertos integrantes de la Comisión de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (Conetec) del Ministerio de Salud, “las estimaciones sobre porcentajes de gente con deficiencia de vitamina D varían considerablemente: algunos estudios dicen que solo el 3% de la población tiene niveles bajos, mientras que otros sugieren que hasta la mitad de las personas podrían tener una concentración deficiente”.
Sin nutrientes: los chicos consumen menos vitamina D y calcio
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Sí hay acuerdo en que es un problema de salud global. Eso surge de datos concretos: en Inglaterra las prescripciones de vitamina D se incrementaron 14 veces en los últimos tres lustros. En Brasil, donde la red de Laboratorios Farmacéuticos reportó una duplicación en la venta de unidades de vitamina D entre 2019 y 2021.
La más afectada por esta problemática es la tercera edad. Un estudio de la Asociación Argentina de Osteología (Aaomm) mostró que —considerando a pacientes ambulatorios mayores de 65 años que no recibían suplementos— había deficiencias notables de vitamina D: en el 52%, 64% y 87% de la gente, dividiendo por poblaciones del norte, del centro y de la Patagonia.
“Esta vitamina juega un papel en la buena salud. Es considerada una hormona esencial para que nuestro metabolismo mantenga un balance adecuado de minerales claves como el calcio y el fósforo en el cuerpo”, le explicó a PERFIL la doctora Mirena Buttazzoni, médica del Hospital Italiano de Buenos Aires.
La Doctora Mirena Buttazzoni, médica del Hospital Italiano de Buenos Aires y miembro de la SAEM.
Según ella, que también integra la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM), esto significa que “la concentración correcta es clave para la buena salud ósea”. ¿Por qué? Si no se mantiene en niveles mínimos saludables, aparecen complicaciones de salud, que en el comienzo pueden ser asintomáticas. Solo a veces hay algunas pistas. Por ejemplo, en algunas personas les genera dolores óseos y debilidad muscular. Y esto abre un mayor riesgo de caídas entre los adultos mayores.
El remodelado de los huesos
Se sabe también que la deficiencia de “D” hace aumentar la concentración de otra hormona (la parathormona) y esto acelera el “remodelado” natural que atraviesan nuestros huesos a lo largo de la vida. Así aparecen, con los años, problemas graves como la osteoporosis, enfermedad que genera fracturas por fragilidad ósea. También puede causar osteomalacia, caracterizada por el déficit de minerales. Y en los chicos, si esta deficiencia es realmente prolongada, puede provocar huesos “frágiles” o raquitismo.
Vitamina D: cómo obtenerla de manera natural para mejorar nuestro organismo
Además, cada vez más estudios están encontrando una asociación entre bajos niveles de esta hormona en sangre y cierta correlación con algunas enfermedades autoinmunes, problemas neurológicos y musculares. Por el contrario, también está comprobado que tener un nivel adecuado de vitamina D contribuye a disminuir los procesos infecciosos.
Adultos en riesgo
¿Quiénes son las personas en alto riesgo? “Los adultos mayores, sin duda, aunque hay otros grupos a cuidar: personas con obesidad y algunos que se hicieron una cirugía bariátrica. O aquellos que toman ciertos medicamentos en forma regular y que —se sabe— interfieren con la síntesis natural de vitamina D, como pasa con corticoides y antiepilépticos. También deberían consultar este tema con su médico aquellos que padecen ciertos trastornos digestivos, como los celíacos”, advierte Buttazzoni.
Incluso puede ser un problema en personas sanas, pero que —por trabajo— no se exponen al sol, como quienes tienen turnos nocturnos, ya que los rayos solares sobre la piel son esenciales para su síntesis natural en el metabolismo”, ejemplificó la integrante de Saem.
La densitometría sirve para conocer la salud de los huesos.
Lo bueno -y noble- de este nutriente es que, ingerido en dosis normales —como es la toma de los populares suplementos de venta libre que incluyan vitamina D— no suele aportar dosis excesivas y, por lo tanto, es difícil que genere un problema de salud por “exceso”, salvo por un error del paciente al tomarla.
Estudios de laboratorio ¿sí o no?
Un último detalle controvertido sobre este tema es el de a quiénes deberían los médicos indicarles un estudio de laboratorio sobre su concentración de vitamina D. “Si bien es algo simple, el consenso profesional indica que no se debe recomendar en forma habitual a las personas sanas durante el chequeo anual. No es algo que, a nivel salud pública, esté recomendado en un formato masivo. Más bien es un test que se indica para aquellos que integran algún grupo de riesgo.
El informe antes mencionado de la Conetec lo resume así: “se puede concluir que para las personas sanas sin factores de riesgo, hacerse pruebas de vitamina D o tomar suplementos de forma rutinaria no es necesario. (En estos) llevar adelante un rastreo rutinario podría resultar en una alta tasa de sobrediagnóstico y sobretratamiento, con consecuencias riesgosas para la población y negativas para el sistema de salud”.
La prevención se hace muchos años antes
Según Butazzoni “irónicamente, casi podríamos decir que la osteoporosis es una enfermedad ‘infantil’, ya que, aunque se manifiesta en las últimas décadas de la vida, los huesos se forman y alcanzan su máximo pico óseo al final de la adolescencia”. En ese momento también es clave mantener niveles adecuados de vitamina D, de forma de poder llegar a la tercera edad con huesos saludables y abundantes reservas de este tejido, para poder retrasar al máximo el deterioro natural que los años le aportan a la salud de nuestro esqueleto”.
¿Cómo se logra hacer esta prevención? Básicamente de dos formas, exponiendo la piel al sol, en forma cuidada pero regular (por ejemplo, tomar sol durante 30 minutos, tres o cuatro veces a la semana, pero por fuera de los horarios “pico”, en brazos y piernas y no en la cara).
La dieta saludable incluye abundantes pescados y lácteos.
O eligiendo protectores que filtren los rayos UV dañinos, pero permitan el paso de los saludables. Y también con una dieta adecuada. “Básicamente variada, con mucho pescado y lácteos. Y, de ser necesario, eligiendo alimentos fortificados en vitamina D, como muchos lácteos, que —de paso— aportan calcio; algo especialmente complejo en tiempos de auge de tendencias veganas.
Si es necesario, y en poblaciones de riesgo —como adultos mayores o en habitantes de latitudes sureñas donde la exposición al sol es mínima—, los endocrinólogos pueden recomendarle un dosaje en sangre de vitamina D (un test simple de laboratorio) y, analizando los resultados, recetar una eventual toma periódica de esta hormona, ya sea en forma de gotas o comprimidos.