Lionel Messi es un hombre de carácter fuerte. Muy fuerte. Curiosamente -a contramano de su apodo- siempre fue un muchacho de «pocas pulgas»: cuando algo no le gustó lo dijo, y cada vez que en la cancha le hicieron frente o «se le pararon de manos» respondió de la misma manera, yendo para adelante como loco. Retroceder nunca rendirse jamás podría ser su lema. Así, calentón como pocos cuando lo enfrentan o cuando los resultados no son los que esperaba, se dice que está pasando su peor momento desde que llegó a Miami.
Ultimanente, a Lio no se lo ve tan contento como cuando desembarcó en esa ciudad. Disfruta, está feliz, la pasa bien, sí, pero el cuento del «sueño americano» no era tan sencillo como le habían pintado. Los rivales no le ponen alfombra roja para que gane los partidos «caminando» y sin transpirar, sino que después de la emoción inicial por su debut ahora le quieren ganar y no le dejan pasar una. Ni los futbolistas en el campo de juego ni los hinchas en las tribunas. Y a él, cuentan, no le gusta.
Está claro que los simpatizantes estadounidenses no tienen el mismo fervor futbolero que hinchadas como las españolas, las italianas, las inglesas o las francesas ni mucho menos las argentinas, reconocidas en todo el mundo como las más apasionadas del planeta. Sin embargo, algunas se las han rebuscado para incomodar un poco al que para muchos es el mejor jugador de todos los tiempos, carrera en la que sólo le compiten otro argentino (Diego Armando Maradona) y el brasileño Edson Arantes Do Nascimento, «Pelé».
En medio de los rumores de cierto «cosquilleo» de Messi con el futbol yanqui, le tocó afrontar un partido clave con su equipo Inter de Miami: visitó al Vancouver Withecaps por la ida de la semifinal de la Copa de Campeones de la Concacaf. En un terreno hostil en todo sentido (hasta frío hacía) los de Leo no hicieron pie y perdieron 2-0, por lo que quedaron obligados a ganar como mínimo por la misma diferencia en el partido revancha. Por lo que se vio en el campo de juego, será una tarea difícil.
EL PEOR MOMENTO DE MESSI EN ESTADOS UNIDOS
Pero el resultado, de por sí amargo para él y los suyos, no fue el único motivo de uritcaria para el astro argentino. En pleno partido -en el que intentó pero no pudo conectar con sus compañeros- mantuvo un fuerte encontronazo con un compatriota, el misionero Andrés Cubas, quien no se achicó ante semejante figura y también le cantó las cuarenta, aunque al final del partido intentó calmar las cosas y darle un saludo.
La gota que colmó el vaso de Messi cayó después del partido, cuando con toda la bronca por la derrota salía del campo de juego y un fanático de los Withecaps le mostró en vivo y en directo una remera de Cristiano Ronaldo. La Pulga no se la dejó pasar: le hizo gestos de que lo había visto a través de la pantalla del estadio y le agregó el clásico ademán de «ojo», como si le avisara que lo iba a ir a buscar si seguía con su provocación. Parece que hay «lío» en Estados Unidos, o que empieza a haberlo.