Andrea Sarnari afirmó que la reducción de retenciones temporales anunciada por el Gobierno ofrece un alivio, pero el impacto en el bolsillo del productor sigue siendo limitado. Según la presidenta de la Federación Agraria, los pequeños y medianos productores enfrentan costos crecientes, problemas climáticos y precios internacionales en baja. “La ecuación no cierra para el productor, y la carga fiscal sigue asfixiando al sector”, señaló la dirigente en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Andrea Sarnari es productora agropecuaria y presidenta de la Federación Agraria Argentina.
El Gobierno anunció una reducción de las retenciones de los principales cultivos y su eliminación para las economías regionales. Me gustaría su balance respecto a cuál es la situación del campo hoy y cuánto mejora esta medida temporal que tomó el gobierno.
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El balance que hacemos del sector es que estamos pasando por un momento complejo, muy complejo en lo climático, que nos cambia el humor permanentemente a los productores. Es un año difícil, con mucha sequía y olas de calor extensas que vienen afectando los diferentes cultivos y a los animales también los termina perjudicando porque, en verdad, afecta las pasturas.
Así que, un año complejo en términos de clima, pero más complejo en términos económicos. Porque venimos con medidas que no están promocionando justamente a la producción agropecuaria, sino que vemos que están afectando la rentabilidad, y eso impacta directamente sobre los productores, sobre la vida del interior productivo y, fundamentalmente, sobre lo que representamos en la Federación Agraria: que somos productores de menor escala, pequeños y medianos productores.
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Estamos en un proceso agrícola en este momento, en la Pampa húmeda sobre todo, con algunos cultivos que nosotros llamamos la cosecha gruesa: soja, maíz, trigo, sorgo. Que hemos sembrado con altos costos de insumos, pagamos los insumos muy caros.
Los servicios han aumentado considerablemente durante este año 2024, y eso se traslada claramente a los precios de los insumos que usamos, ya sea en transporte, por el combustible, por los peajes, como también en los costos de los arrendamientos que estamos pagando por nuestros campos. Esos costos no han cedido, no han aumentado este año, pero no han cedido.
A eso le sumamos un contexto internacional donde los precios de los commodities no ayudan. Están claramente muy bajos, en precios históricamente bajos. Es una ecuación que, por ningún lado, cierra para el bolsillo del productor. Y a eso le tenemos que sumar una alta carga fiscal que venimos sosteniendo desde el sector, una carga que es muy importante para la producción y que no motoriza. Así que, en todo ese contexto, la verdad es que la noticia para el productor agropecuario hoy no es buena.
Para las economías regionales, aún hay un aditamento más que está perjudicando a algunas economías puntualmente, y tiene que ver con la liberación de las importaciones de algunos productos que compiten con los productos argentinos, con los productos primarios. Claramente, el productor argentino, con esa estructura fiscal tan asfixiante, no es competitivo respecto de los países vecinos, que están aprovechando el momento para ingresar productos a menor costo que el nuestro.
Además, tenemos un costo laboral también muy alto en Argentina. En las economías regionales, el trayecto de producción requiere de mucha mano de obra, y es un costo alto. Así que la situación no es buena, no pinta bien este año, y estamos preocupados, porque los primeros que salimos del circuito productivo claramente somos los de menor escala. Somos los de la Federación Agraria. Y somos los que representamos a la Federación Agraria los más preocupados por ello.
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Estaba leyendo ayer un informe de Kantar IBOPE, que es la empresa de encuestas más importante del mundo. El estudio sobre Sudamérica daba como mayor tema de preocupación el cambio climático. Colocaba, casualmente, temas como la sequía, las inundaciones, los desbordes de los ríos, por ejemplo, en Brasil. Ni que hablar ahora, viendo la Florida, los estados del sur, nevando… ¿Qué perspectiva tiene usted respecto al cambio climático, dado que, además, desde el punto de vista económico, quien más se ve afectado en lo inmediato es el productor agrario? ¿Considera usted un “barbarismo” por parte del Presidente decir que el cambio climático no existe?
Bueno, los productores lo venimos sufriendo desde hace un par de campañas. Y justamente parte de lo que decimos es que la situación de este año del sector es de arrastre. No solo por políticas que no nos han beneficiado, sino porque el clima tampoco nos viene ayudando.
En los últimos años hemos tenido sequías extremas, hemos perdido cosechas enteras, tres o cuatro años atrás, en algunos lugares. Y eso tiene que ver con condiciones que han cambiado: los regímenes de lluvia están cambiando. Por supuesto que somos conscientes también de que es parte de lo que hacemos.
Históricamente, los productores producimos a cielo abierto y el clima no lo podemos manejar. Siempre ha habido lluvias, siempre ha habido secas, o inundaciones, granizadas… Es parte del riesgo que uno asume como actividad agraria, ¿no? Pero se han intensificado en los últimos años, y claramente hay que cuidar el medio ambiente.
Es una preocupación del sector; siempre hemos estado ocupados y preocupados por el cuidado del medio ambiente. Uno ve que en Latinoamérica —y no solo en Latinoamérica—, la preocupación por el cambio climático o por las condiciones en las que se produce y cómo se afecta no solo tiene que ver con la producción primaria, sino con el impacto que tiene la industria, el impacto que tiene también la comunidad toda, en el uso de los residuos, etcétera.
A nosotros no deja de preocuparnos; siempre hemos estado ocupados en eso. Creemos que es parte de lo que hacemos el cuidado del medio ambiente. Los productores somos muy cuidadosos del medio ambiente. Al contrario de lo que, por ahí, se piensa a veces en la sociedad. Es nuestra casa, donde vivimos, en el campo. Y somos los que primero lo cuidamos.
Pero indefectiblemente ha habido cambios estructurales en los modelos productivos que han invadido la forma natural en cómo se desarrollan los procesos productivos. Y no es de ahora, sino desde hace un montón de tiempo. El desmonte, la frontera agrícola se extendió, se corrió a la ganadería, el uso indiscriminado, muchas veces en algunos lugares de tecnologías y agroquímicos ha afectado seguramente algunas producciones. Ahora, hay que reivindicar que el productor agropecuario es el primero preocupado y ocupado en cuidar el medio ambiente.
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De nada sirve que se niegue el problema. O que no se reconozcan los cambios estructurales que suceden en los modos productivos. Hay que afrontarlos y trabajarlos. No está bien negar el problema; lo que hay que hacer es poner sobre la mesa cómo producimos y cómo no.
Este tema, para nosotros, hoy es de debate permanente, porque la Unión Europea, por ejemplo, está aprovechando también el medio ambiente como excusa para poner algunas trabas “paraarancelarias”, decimos nosotros. Tienen que ver con que los cultivos y la ganadería que se exporten desde los países de Latinoamérica —puntualmente nos afecta mucho a Brasil y a la Argentina— no vengan de lugares deforestados a partir del 2020.
Nosotros entendemos que eso es una medida encubierta paraarancelaria, para que no entren ciertos productos a la Unión Europea sin un precio diferencial, y proteger a sus propios productores. En ese sentido, venimos trabajando mucho.
La verdad es que nuestros estudios y nuestra visión indican que Argentina es un país que, si bien en los 2000 tuvo mucha deforestación, desde ese tiempo no se ha generado más. Y, claramente, para nosotros es una carga tener que acreditar los modos de producción, que son buenos en Argentina, para demostrarle a Europa que somos cuidadosos con el medio ambiente.
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Alejandro Gomel: Quería preguntarte sobre la relación que están teniendo con el Gobierno nacional. Había trascendido que los habían convocado a una reunión recién para el 6 de febrero. ¿Hay diálogo? ¿Tienen recepción ustedes con el Gobierno? ¿Cómo es ese trato?
Sí, hay diálogo. Hay una reunión pautada con el ministro de Economía para el 6 de febrero. Esa reunión sigue en pie y la vamos a hacer, porque entendemos que, además del anuncio de ayer sobre la baja de retenciones transitoria —porque para la mayoría de los productos tradicionales, como soja, sorgo, maíz, trigo, girasol, es transitoria— es solamente hasta fines de junio, bueno, esa no es la solución a todos los problemas. Hay que seguir trabajando.
AG: ¿Con qué pedidos van a ir? ¿Con que o temporaria sino permanente la baja de retenciones?
Bueno, los planteos son varios, pero el alivio de la carga fiscal claramente es el tema principal. Necesitamos más alivio de la carga fiscal. Y te decía, las retenciones en los principales cultivos tienen fecha de vencimiento, que es el 30 de junio.
Así que vamos a ir a conversar porque necesitamos previsibilidad al momento de producir. Lo que necesitamos es que, cuando sembramos, sepamos con qué condiciones nos vamos a encontrar al momento de la cosecha. Eso no es lo que sucede con una medida que tiene una fecha de vencimiento.
Claramente, puede beneficiar a algunos productores; ojalá así sea. Pero todavía estamos pendientes del decreto que va a salir, para ver cómo se va a implementar esta baja provisoria de las retenciones.
Entendemos que el trabajo tiene que ser continuo. Lo que necesitamos son políticas de Estado que trasciendan a los gobiernos y que nos den previsibilidad al productor al momento de encarar una cosecha.
Elizabeth Peger: También hay que notar algo: la medida está atada al cumplimiento de un requisito, que es que las liquidaciones se realicen en un plazo de 15 días, como comentaron ayer Caputo y los otros funcionarios. Respecto a esto, y a lo que parece ser una estrategia del Gobierno detrás de la decisión —que el campo venda todo lo que pueda en el primer semestre y liquide stock—, ¿cómo lo ven?
Sí, entiendo que de parte del gobierno está esa intencionalidad de que se liquide lo que se va a cosechar ahora y lo que se cosechó el año pasado y todavía no se liquidó. En ese sentido, hay que decir algo y aclararlo, porque muchas veces se percibe al sector agropecuario como un todo, como algo único, y no es así.
Se cree que somos los productores agropecuarios quienes nos guardamos la cosecha para venderla oportunamente y jugar financieramente con ella. Pero esa no es la realidad. El productor agropecuario vende su cosecha ni bien termina de cosechar. ¿Por qué? Porque necesita pagar todo lo que invirtió: los insumos, los arrendamientos, los trabajos agrícolas. Generalmente, los productores que menos espalda financiera tienen necesitan vender el producto de inmediato para cubrir esos costos y poder encarar una nueva campaña.
Porque, apenas terminamos de cosechar la gruesa, ya empezamos con la fina. Así que necesitamos reinvertir de manera casi inmediata. Por eso, es importante hacer esa distinción.
FM