Tres, dos, uno, cero latidos: infarto. El 6 de diciembre de 2015, el escritor Hernán Casciari tuvo un ataque cardíaco en Montevideo: lo salvaron en el hospital y en 2017 publicó el cuento “Huéspedes y anfitriones”, el cual relata –entre la emotividad y el humor negro– aquel momento límite. Este viernes se estrena en Disney+ la serie inspirada en su libro famoso (en el que está ese cuento, claro): El mejor infarto de mi vida.
La recreación ficcional de la producción le sigue el pulso a la historia real: en sintonía con los neuróticos perdedores de Woody Allen, el protagonista de la serie, Ariel Santoro (Alan Sabbagh), ama escribir poesía, aunque sobrevive como un escritor fantasma de ricos y famosos. Ariel tiene 45 años, fuma sin parar, tiene sobrepeso y su esposa, Isabel (Eleonora Wexler), lo dejó por otra mujer. Así arranca El mejor infarto de mi vida.
¿Qué hace Ariel en la serie de Disney+? Sigue fumando y se va a Montevideo para presentar su libro de poesía con la conflictuada bailaora flamenca Concha (Olivia Molina), a quien acaba de conocer. Tras una noche de cigarrillos y buen vino, tendrán sexo en su alojamiento de Airbnb en el barrio montevideano del Prado: allí Ariel sufrirá el ataque cardíaco. Pero la ayuda de los dueños de la casa será crucial. ¿Qué hará Ariel una vez que salga del hospital? ¿Cambiará su estilo de vida y dejará de fumar?
Con seis episodios de 35 minutos, la serie explora el ácido pesimismo que el narrador multiplataformas Hernán Casciari (53 años) plasma en sus relatos magnéticos y en sus libros. El escritor, creador de la Editorial Orsai y de la productora homónima, supo viralizar el episodio del infarto gracias a su talento para el relato oral y luego la reconstruyó en el libro homónimo: algo hay que aprender tras el peor infarto de tu vida.
Por eso, ¿qué modificó Casciari a partir de su ataque al corazón? “Fue una excusa para tomar decisiones que no enfrentaba -cuenta desde las oficinas de Disney+-: en 2015 vivía en España y quería mudarme acá, pero no quería dejar a mi hija catalana. No paraba de fumar, de comer y de fumar porro porque estaba resignado a una vida que no quería. El infarto vino a consecuencia de todo eso. Y luego pude hacer decisiones que yo solo no podía tomar”.
La realidad supera a la ficción. En 2015, cuando llegó el infarto, Julieta, la novísima pareja de Casciari, salió corriendo para pedirles ayuda a Javier Artigas y Alejandra Oddone, los dueños de la enorme casa alquilada por Airbnb. Ellos trasladaron a Casciari en auto -con escolta policial-, esquivando hinchas de Peñarol, flamante campeón uruguayo, rumbo al Hospital de Clínicas. Allí, el doctor Vignolo le aplicó un stent salvador.
Y el cardiólogo le dijo: “En auto hiciste un trayecto de 45 minutos en 19. Tu corazón hubiera aguantado sólo 25. Tu familia te salvó”. Casciari respondió: “No son mi familia. Son dos uruguayos que acabo de conocer”. Así, la recreación de la historia de Javier y Alejandra es otro de los puntos claves de la serie.
En su famoso relato, Casciari cuenta que Javier trabajaba en una multinacional y estaba por pasarse a otra, aunque justo le detectaron una insuficiencia renal crónica y tuvo que empezar a hacerse diálisis. Pero el infarto de Casciari también les terminaría cambiando la vida. ¿Cómo? Mejor no adelantarlo.
Las confesiones de Casciari
-Es interesante que la serie les dé un gran protagonismo a los personajes secundarios.
-Lo que pasa es que no son secundarios. Al principio te parece que la historia va del escritor que se infarta. Pero es una excusa. La trama real es la de un matrimonio uruguayo que se está cayendo a pedazos por culpa de una enfermedad injusta: tienen que vender su casa, pierden su trabajo, él se hace diálisis tres, cuatro veces por semana. Ahí empiezan a alquilar la casita de huéspedes para no caerse del todo económicamente. Entonces les cae un tipo y se infarta. Peor no les puede ir. Ésa es la historia, por lo que pasa después. No quiero spoilear.
La trama de El mejor infarto de mi vida, dice Casciari, “va de gente buena que pone en pausa su drama y atiende el drama de otro. Y cómo les vuelve ese boomerang de una manera alucinante -desliza el narrador-. Ocurre que nosotros, inconscientemente, entendemos que la serie es la historia de un escritor que tiene una novia, al que lo deja la mujer y que se infarta en un lugar determinado. Pero va de todo lo demás”.
El mejor infarto de mi vida (del showrunner Pablo Bossi y codirector con Mariana Wainstein) cuenta con un elenco estelar: la española Olivia Molina (hija de Ángela Molina), Rita Cortese hace de Roberta, la intensa madre de Alan; Rafael Spregelburd es Augusto Briganti, un abogado ególatra y mediático al que Ariel debe escribirle un libro biográfico; resaltan Rogelio Gracia (Javier) y Romina Peluffo (Alejandra) como los dueños de la casa vía Airbnb; Sebastián Muñiz es el jefe de Ariel y tiene un papel menor Imanol Arias (El Yayo), un músico flamenco con algunas frases castizas para la antología.
«Una serie muy de Disney»
-La idea de que nos pase en la vida algo límite y que podamos aprender de eso va muy bien con Disney.
−Sí, claro. Esta serie es muy de Disney. A mí, de todas las plataformas que me golpearon la puerta cuando conocieron la historia, me pareció que Disney era la indicada para adaptarla, porque ‘El mejor infarto de mi vida’ es una serie aspiracional. Es inspiradora y es motivadora. Es true story (historia real). Funciona. Es blanca. No hay cinismo. No hay malos en la serie. No tiene que ver con la maldad humana.
-El cigarrillo podría ser el villano.
-El pucho, claro. La serie habla de cómo nosotros atentamos contra nosotros mismos. Y el mensaje que deja también es muy Disney. Te dice que las cosas pueden ser mejores: que hay que ponerse a observar un poquito el entorno para que nos demos cuenta de que no hay hijos de puta y nada más. Lo que pasa es que el hijo de puta habla fuerte. Pero mirá la cantidad de gente copada que hay dando vueltas, tan serenita, que no dice las cosas tan a los gritos en redes sociales. Me parece que ese mensaje está bueno en esta época.
-Ahora, vos como narrador de historias, ¿cómo le vendiste la idea a Disney para que vieran que tenían acá una serie?
-Yo no les vendí nada. Me quedé sentado esperando que vinieran. Yo nunca salí a vender esta serie, ni nunca quise que fuera una serie. Sabía que iba a ocurrir, pero no hice nada más que escribir el libro El mejor infarto de mi vida. Después hice una obrita de teatro, muy divertida, con Javier, Alejandra y mi mujer. Los cuatro estuvimos arriba del escenario y un día invité a Javier a mi columna del programa Perros de la calle, en 2017, más o menos. Andy Kusnetzoff conocía mi versión de la historia, pero no la versión de lo que les pasó a los uruguayos. Yo, de hecho, la había conocido muy poquito tiempo atrás: es el lado B de mi historia del infarto.
¿Qué ocurrió? Prosigue Casciari: “Cuando terminó el programa de radio le hice una edición al relato del infarto, sumado a la versión de Javier y Alejandra, y lo subí a mi YouTube. Eso se viralizó de una manera que no tiene nombre. Y a los cuatro días estaban cuatro plataformas en mi correo electrónico pidiéndome la historia. Vinieron solitos porque está buena. Yo no fui a buscar a nadie”.
Casciari se pregunta: “¿Cómo no iba a ser una serie? Es algo true story con mucha fuerza y con varios vericuetos: la historia muestra una cadena de favores, con karmas de generosidad: es muy inspiradora. Yo ni en pedo hubiera escrito algo así. Si fuera ficción, sería espantoso. No da que haya un guión tan espectacular, tan cerradito, por lo que les pasó después a los uruguayos. De hecho, cada vez que voy a un país me dicen ‘contá la historia de lo que les pasó a los anfitriones’. Pero lo puedo decir sin soberbia porque yo no la escribí: lo bueno que tiene esta historia es que pasó de verdad”.