Valioso libro sobre una pionera de la danza moderna en el paìs

«Archivo Itelman», sobre Ana Itelman, con textos de la propia coreógrafa y su discípulo Rubén Szuchmacher, que además incluye documentos y trabajos inéditos

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Portada del libro «Archivo Itelman», que acaba de publicar Eudeba

“Ana Itelman es una bailarina notable puesto que sus colegas la odian y la encuentran antipática, pero le reconocen el genio que no pueden negarle. Cuando uno se topa con el genio, hay que resignarse a él”.

Así brindó Jorge Luis Borges su opinión sobre la artista, a quien conoció llevado por su amiga Cecilia Ingenieros, otra bailarina impulsora de la danza moderna, como Itelman. La frase borgeana fue años después recopilada y publicada por Blas Matamoro, y aparece ahora como epígrafe de otra recopilación, el “Archivo Itelman”, de su discípulo Rubén Szuchmacher, que Eudeba acaba de editar en la Colección Biblioteca Proteatro.

Se trata de una selección de los muchos textos que ella fue escribiendo a lo largo de su carrera. Así accedemos a varias notas para revistas culturales, apuntes de trabajo, textos de enseñanza para sus discípulos y para el público general (muy recomendables sus tres conferencias en el Bard College de Nueva York, explicando la esencia de “los tres Dramatis Personae del arte de la danza”: el coreógrafo, el bailarín y el público).

También vemos una carta de reclamo ante la censura de su ballet “Fedra” por el gobierno de facto del general Levingston, y, muy reveladora, su elaboración de un posible trabajo inspirado en el cuento de Borges “Hombre de la esquina rosada”. Se lo propuso a Piazzolla entre 1959 y 1960, escribió tres versiones con sus correspondientes comentarios, que el libro rescata por entero, Piazzolla compuso las partituras, todo estaba pensado para bailarines, narrador, cantante y doce músicos, y al final no se hizo.

Todo esto, bien enriquecedor, es apenas una muestra de lo que Szuchmacher y María Rosa Petruccelli encontraron en el sótano de la familia Itlman (sin la e, como era el apellido original) y fueron ordenando y clasificando, hace ya tiempo y en medio de sus quehaceres habituales: “cajas, cajones, cajitas; papeles manuscritos, mecanografiados, impresos; ficheros, polvo, más papeles escritos, pelusas, fichas sueltas, fotos sepia, una sonrisa, tarjetas”, enumera Petrucelli en su prólogo, y la lista sigue, dejando precisa constancia del trabajo que se tomaron.

En otros prólogos, el autor y Susana Tambutti comentan la trayectoria y los aportes enormes de Itelman, y las piedras en el camino que debió sortear durante su carrera. A modo de apéndices se incluyen párrafos de algunas entrevistas y fichas técnicas de todos, o casi todos, sus trabajos como bailarina, coreógrafa y/o directora, desde 1945 hasta 1989. Para quien, después de leer este libro quiera saber más, los originales del Archivo están depositados en el Centro de Documentación de Teatro y Danza Ana Itelman del Complejo Teatral de Buenos Aires.

Ana Itelman, Rubén Szuchmacher, “Archivo Itelman” (Bs.As., Eudeba, 2024, 264 págs.)

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