Si sentís que ya tuviste suficientes entregas de premios por esta temporada, podrías quedarte afuera de alguno de los Martin Fierro que faltan. Tanta es la oferta fierrera que hasta Nati Jota y el hijo de Marley ganaron dos de los muchos que ahora existen. Faltaría sólo el homenaje a María Amuchástegui: un Martín Fierro dedicado a emisión de gases tóxicos y cambio climático.
En un momento tuvo su pátina de prestigio. Ahora su sola mención implica cualquiera de las connotaciones negativas que supone una franquicia, empezando por el riesgo de perder imagen y reputación. Premiarlo todo es prácticamente equivalente a no premiar. Daría la sensación de que los Martín Fierro ya no se entregan, se reparten.
Pasa en general. Nuestro gaucho sería uno más. Pasa con los Grammy, los Oscar, los Emmy. Ninguno envejeció tan mal como los MTV Awards. Fatiga de galardón podría ser el diagnóstico. Vaya uno a saber si es por la cantidad o por la propagación, lo cierto es que sus ceremonias repetidas perdieron total interés. Martin Fierro de tele, de radio, de cable, Martín Fierro Digital, de cine y series, ¡de Moda!, el Federal, el reciente Martín Fierro Latino. Ufff…
De hecho, este domingo 1° de diciembre se realizará el del Cable -entre lo mejor del 2023 y del 2024, con dos Oro por separado-, que televisará América, y el viernes 5 será el turno del de la Moda, que transmitirá en vivo Telefe.
Obsesionada por la superabundancia, la marca Martín Fierro llegó a un nivel de saturación parecido a la indiferencia. Su sola existencia los arraiga a una suerte de consumo irónico que empeora las cosas por su formato rancio y encima ahora atomizado en decenas de rubros. Demasiado ecuménico el Martín Fierro.
“Cringe”. Así los define un estudiante de teatro de 23 consultado sobre el asunto, sin siquiera saber que detrás del fastuoso reconocimiento hay nombres como el de Luis Ventura (presidente de la Asociación de periodistas de la Televisión y Radiofonía de la Argentina) y Cacho Rubio.
El ganador más chiquito de la historia
Mirko, el hijo de Marley ganó un Martín Fierro: el bastardeo pudo haber empezado ahí. O antes, pero sin dudas es uno de sus momentos más bizarros: el bebé caucásico ganando en el rubro digital. Un año tenía. Ni fuerzas para levantar la estatuilla.
¿Cuál había sido el mérito del pequeño? La indignación rebotó en redes sociales y APTRA quedó seriamente en el ojo de la tormenta. Algo de eso volvió a vislumbrarse el pasado viernes por la noche durante la segunda edición de los Martín Fierro Latino, en Miami. La modesta ceremonia terminó en un papelón. Lo anunciaron a Jonatan Viale como el ganador del Oro y el periodista ya se había ido.
Hubo una llamada en vivo por teléfono a Viale para avisarle que era el gran ganador de la noche. “¿Me estás jodiendo?”, preguntó el periodista, todo por el celular. “No, no te estoy jodiendo. Esto es en vivo. Te lo va a decir Luis Ventura. Estamos en la transmisión”, dijo el conductor del evento, Ronen Suarc.
La historia de un premio que no era para cualquiera
La historia dice que finalizados los ‘50, un grupo de diez periodistas dedicados a la crítica de la radio y televisión se juntó para fundar la Asociación de Periodistas de la Televisión y la Radiofonía Argentinas (APTRA). Ahí empezaron los premios para la televisión argentina, que luego se hicieron extensivos a la producción radial.
La estatuilla original pesaba dos kilos. Hoy pesa bastante menos y está hecha de un ácido que le da al gaucho un aspecto de bronce envejecido. La primera entrega se hizo en el Teatro Nacional Cervantes y se focalizó en la programación de la televisión pública, la única emisora -por entonces- de programas del país.
Los tiempos cambiaron y los Martín Fierro se meten en todas partes como Las Medialunas del Abuelo. Hay Martin Fierro a mejor sitio de noticias latinoamericano del 2024. ¿Habrá Martín Fierro de Facebook?
Empeñados en una falta de credibilidad cada vez menos llamativa, la última entrega de los Martín Fierro de radio tuvieron de protagonistas a Rolando Barbano y Marina Calabró. El culebrón que eclipsó el Oro del bueno de Nelson Castro fue protagonizado por una periférica línea de famosos empujada por la auténtica demanda de este tipo de acontecimientos: los programas de chismes, verdadero patrón cultural argentino. Claro, después de todo, los Martín Fierro no son más que un programa de tele.
¡Universidad de los trabajadores y al que no le guste, se jode, se jode!”. Esto no pasó en la película Puan ni en una marcha en favor de la educación pública, sino en la primera ceremonia de entrega de los premios Martín Fierro de Cine y Series. La velada sirvió como tribuna de doctrina y marcó el regreso a la pantalla chica de Norman Briski con uno de sus «mejores» papeles desde La Fiaca.
Nuestro gaucho insignia, más deconstruido que nunca, colapsa en su diversidad demostrando que el contexto es el nuevo contenido. Y esto seguirá siendo así. ¿O acaso alguien se acuerda de la peli ganadora del Oscar el año de la bofetada de Will Smith? Bienvenido el escándalo. En definitiva es eso o es gente con smoking leyendo discursos rígidos plagados de agradecimientos y bajadas de línea.